lunes, 18 de mayo de 2009

El faro


Tu viaje conmigo, es un viaje hacía uno mismo. Dios no existe. Cada uno creamos al dios que llevamos dentro. No podemos crear algo que no está en nosotros, como no podemos apreciar algo que no entendemos. Es nuestra capacidad de amar, nuestra capacidad de percibir, la que modela el Dios que adoramos. Por eso, unos tienen un Dios castigador y otros, un Dios que es todo amor y comprensión. Porque Dios, somos nosotros mismos. Este es el gran secreto. Que todo lo que ves en mi es tuyo, y que se hace mío, porque tu me lo entregas. No podrías entregarme nada que no te pertenezca. Yo estoy aquí para que aprecies lo alto e inmenso que es el faro de tu alma. Es tan alto, tiene tantos escalones, que se necesita mucha fuerza para llegar al mirador de tu alma. Cuando te conocí, vagabas por el estrecho pasillo, subiendo un escalón, y bajando otros dos, así no podías tener perspectiva del lugar donde habitas. Te cogí y te lleve de la mano hasta la base de tu faro, porque solo desde ahí, podrías apreciar lo alto que es, tan alto, que da vértigo mirarlo desde abajo. Por eso, te sientes tan pequeña a mi lado, porque tu faro es una escalera al cielo. Yo lo sé, porque tu me has subido hasta aquí y puedo asegurarte, que es el éxtasis contemplar la tierra desde lo más alto de ti. Yo me iré, como se fueron otros, pero tu faro siempre dará la luz que tú enciendas. Sonríe, como yo sonrío, eres afortunada por tener estas vistas.


Para ti….lenta,

El cuidador de tu Faro.

Cuadro del faro de Fisterra (final del camino y comienzo de uno nuevo)

1 comentario:

lenta dijo...

...
Mi silencio… también es suyo.

Porque no hay modo mejor de disfrutar de un faro que mirándolo desde la oscuridad y rodeado de silencios.
Este egoísmo de faro…: anhelar la oscuridad para mostrarse ante esos ojos que… bien saben cómo y dónde buscarlo; esperar incluso que se desencadene la tormenta para mostrarse a sí mismo y a quien le tiene a su cuidado que, a pesar de las brillantes pinceladas de luz en el cielo, su trazo es el más firme y seguro de todos, y el que consigue permanecer en el horizonte.
Y este orgullo de faro…: sentir como late en su interior el corazón de su Cuidador, como camina por su interior mimando cada detalle para que pueda sacar toda la luz que es capaz de dar… cuando llegue el momento.
Porque al fin y al cabo, ¿qué luz podría dar un faro sin la mano de su Farero? ¿Qué luz puede encenderse por si misma en faro alguno si no ha sido programado para ello o, simplemente, alimentado de energía por quien habita en él? Sin sus manos… languidecería esta luz, extinguiéndose entre sombras y tinieblas, agonizando al ser incapaz de iluminar los veleros de esta humilde alma mía que vagan a la deriva. Porque “Él” ha conseguido que mis barcos íntimos quedaran a salvo de las rocas de la costa que me habrían hecho añicos al ir a buscar mi orilla, porque yo… quería salvar los obstáculos, quería llegar a buen puerto y que mis marineros, a los que llamo sentidos, y mis torpes grumetes llamados sentimientos, se emborracharan en la taberna de los deseos y se alcoholizaran de vida.

Agradecido, este Su humilde faro.
Por alojarse en mi alma mientras duren sus cuidados y disfrutemos juntos desde el mirador más alto